

En el mismo laboratorio, voluntarios de más edad que dijeron seguir muy enamorados después de dos décadas de matrimonio, participaron también del experimento. Se observó que se activaban las mismas zonas del cerebro, sin embargo, en estas personas, también se activaban otras, aquellas ricas en oxitocina, la sustancia química que ayuda a las madres a fabricar leche y relacionarse con sus bebés. La que se libera también durante el orgasmo y la vinculada, en los animales, con la monogamia y los vínculos de largo plazo.
El neurólogo de la Emory University, Larry Young, en "Nature" de este año dijo, que cuando sus colegas comprendan la química del amor, la aparición de medicamentos para manipular su proceso "no va a estar muy lejos".
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